lunes, 13 de enero de 2014

Prisioneros, (Denis Villeneuve, 2013)

“Prisioneros” es la primera película rodada en inglés por Denis Villeneuve, director canadiense, que ha dispuesto de un reparto y un equipo técnico de altura, recursos que Hollywood ha puesto a su disposición tras el éxito de “Incendies”, su anterior película, rodada en Canadá y nominada al Oscar a la mejor película de habla no inglesa.
“Prisioneros” no es la obra maestra que alguna crítica pretende pero es una muy buena película que tiene más aciertos que errores pero a la que sus errores lastran considerablemente.
Con “Prisioneros” me pasa, como con otras películas: films que están a un paso de ser grandes y que por algunos fallos, que se podían haber evitado con facilidad, se quedan en buenas películas sin más. Me duele lo que “Prisioneros” podía haber sido y no es.

La película tiene dos planos de lectura: por una parte se trata de un thriller que narra un secuestro y su investigación; cine negro casi clásico, y por otra parte se puede ver como una metáfora que plantea uno de los temas que más preocupan a la sociedad estadounidense desde el 11 S: ¿El fin justifica los medios? Es difícil abstraerse de esta gigantesca metáfora que recorre la película. Hugh Jackman representa a unos Estados Unidos, primera potencia mundial, fuertemente armada y preparada para la guerra, sin ningún enemigo que le pueda hacer sombra y que, sin embargo, es golpeada en su corazón por un ataque terrorista de 19 hombres que asesinaron a cerca de 3000 personas e hirieron a más de 6000 en un ataque suicida con aviones contra las Torres Gemelas y el Pentágono. A partir de este momento, algo cambió en el seno de las fuerzas de seguridad de Estados Unidos. No merece la pena extenderse en lo que todos conocemos: Afganistán, Irak, Al Qaeda, la muerte de Bin Laden, Guantánamo, etc. La película plantea si la tortura es, moralmente, lícita, en algunos supuestos.
Yo prefiero centrarme en los valores cinematográficos de la película, en su funcionamiento como una película de género, como un thriller. En este aspecto tiene bastantes cosas a favor y alguna en contra.
A favor:
-          La excelente fotografía de Roger Deakins, diez veces nominado al Oscar. Es el director de fotografía de “Fargo”, por ejemplo. En esta ocasión como en “Fargo” utiliza una fotografía de una calidad perfecta para el cine negro, se siente el frío, el ambiente desangelado, la desesperación de los personajes. Otra vez se merece el Oscar.
-          El reparto, claro. Villeneuve dispone de un reparto espectacular que, además, está bien dirigido. Si tuviera que poner alguna pega diría que creo que tanto Hugh Jackman, como Jake Gyllenhall se aprovechan de que Denis Villeneuve es “nuevo” y les ha dejado demasiada libertad para componer sus personajes lo que hace que en algunas escenas aparezcan sobreactuados. Gillenhall es un actor del “Método” y hay que controlarlo muy de cerca ya que de lo contrario te llena el plano de tics y pausas que no vienen a cuento. A pesar de la falta de control, ambos son tan buenos que se les puede perdonar. No me olvido del excelente trabajo de Paul Dano, que ha realizado su mejor actuación hasta el momento.

-          La atmósfera es lo mejor de la película. Ya he comentado el aspecto desangelado y frío de la fotografía pero además hay otros factores que ayudan a crear la atmósfera de thriller que necesita la historia, y sin recurrir al look “Seven” que suele ser la opción elegida por la mayoría de los directores de thrillers realizados después de la obra maestra de Fincher. Entre las cosas que suman, la principal es la planificación del director, el lenguaje cinematográfico de planos. La película está rodada casi en su totalidad en plano medio y con la cámara a la altura de los ojos. Se beneficia, también, de que se haya situado la acción en un entorno rural que, por una parte parece que ha de ser más familiar y más idílico y que por eso mismo cuando aparece el horror, éste se hace más difícil de asumir. Todo ello consigue una atmósfera desasosegante que pretende que el espectador no esté cómodo en su butaca (incomodidad que se suma a la del dilema ético/moral que plantea) en ningún momento de los 153 minutos que dura la película. Se trata de una sensación de desasosiego perfectamente planeada y conseguida por medios diferentes a los que se usan la mayoría de las veces. No se usa la cámara en mano, ni los desenfoques, ni el montaje sincopado, ni los cambios de eje o los encuadres poco ortodoxos. Se hace desde la sintaxis más clásica. Todo lo contrario hizo Buñuel (con excelente resultado) en “Los olvidados”. Dos formas distintas de conseguir una determinada emoción en el espectador con opciones sintácticas diferentes.
-          La violencia. En el comentario de “Sólo Dios perdona” ya hablaba del tema de la violencia en el cine, pero con “Prisioneros” merece la pena decir algo más. Como decía José Luis Guarner, hay dos tipos de violencia en el cine: la violencia que complace y la violencia que impacta. Se pueden añadir todos los matices que se quiera en los dos casos pero, cómo no, Guarner tenía toda la razón. El tema de la violencia en el cine es merecedor de un análisis más extenso que, obviamente, se escapa del objetivo de esta entrada. Ahora sólo diré que en “Prisioneros” se ha optado por el segundo caso, una violencia que impacta en el espectador. Una violencia desnuda, cruda, descarnada, despojada de toda plasticidad, no estamos ante los estupendos y contundentes puñetazos de John Wayne, esto es otra cosa y es la opción que necesitaba la película como también lo era en el caso de “Sólo Dios perdona”.

En el lado negativo, “Prisioneros”, tiene según mi opinión algunos fallos que hubiera sido relativamente sencillo evitar, la mayoría de ellos derivan de un guión excelente pero sin terminar de depurar:
-          El guión es bueno pero creo que se hubiera beneficiado de una revisión a fondo, hay situaciones que no están bien resueltas y diálogos que se pueden mejorar. Voy a poner un ejemplo. Hugh Jackman acude a la casa de Melissa Leo (que interpreta a la anciana tía de Paul Dano) conociendo ya la implicación de ésta en el secuestro de su hija. Pues bien, Hugh Jackman con su 1,90 de estatura es dominado por Melissa Leo, una anciana de 1,60 y con una pistola que aparece como muy insignificante. Obligar a “Lobezno” a obedecer, beber el tranquilizante y meterse en el agujero que le va a suponer su muerte y la de su hija sin ningún tipo de rebelión por su parte, no parece muy creíble. Seguro que había otra manera de solucionarlo.
-          Derivado de lo mismo, los fallos de guión, el retrato de algunos personajes importantes queda incompleto. El ejemplo más claro es el del policía. Nos faltan datos sobre su forma de ser. Yo creo que el actor intenta crear un personaje pero se tropieza con la ausencia de historia en el guión. Por ejemplo, el tic que le hace cerrar los ojos repetidamente (casi demasiado repetidamente) parece insinuar algo en el pasado o en el carácter del policía que la historia no nos muestra y algo parecido ocurre con otros personajes.

“Incendies”, la película nominada al Oscar y realizada en 2010 por este director con nombre de piloto de fórmula 1 es una gran película que os recomiendo que veáis si no lo habéis hecho. También habrá que estar atentos a “Enemigo”, su próximo trabajo. Denis Villeneuve se ha ganado nuestra atención.

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