miércoles, 26 de febrero de 2014

El consejero, (Ridley Scott, 2013)

Con “El consejero”, Ridley Scott firma otra magnífica obra, una película absorbente que se adhiere a la memoria visual del espectador y que, además, está plagada de diálogos y frases como no se escuchaban en el cine desde la época dorada del cine negro americano.
El guión lo firma Cormac McCarthy, escritor estadounidense, ganador del Premio Pulitzer y del National Book Award. En realidad, McCarthy, escribió la historia en forma de relato corto y no de guión cinematográfico, es decir, el texto no estaba dividido en escenas ni tenía la estructura de un guión técnico. Ridley Scott tuvo que hacer un trabajo de adaptación técnica del texto que, por supuesto, se conservó en su totalidad.
Ridley Scott es un director al que la crítica “oficial” siempre tiene en el punto de mira. Es posible que esta animadversión sea motivada por el hecho de que empezara su andadura profesional haciendo publicidad para televisión.
No parece justo que "El consejero" no haya obtenido ninguna nominación para los Oscar. Que no esté la película ni el director parece un disparate, y más aún, cuando hay bodrios como "La gran estafa americana", perlículas normalitas como "Capitán Phillips" o claramente sobrevaloradas como "Gravity". Pero, además de disparate, es un auténtico crimen que Cormac MacCarthy no esté nominado al mejor guión original ni esté nominada Cameron Díaz por su extraordinario trabajo.

Ridley Scott desarrolla en “El consejero” algunas ideas de cine clásico que no se prodigan en la actualidad. Me refiero a las referencias circulares y a los antecedentes. Me explicaré con algunos ejemplos:
-          La película empieza con una escena de cama entre Michael Fassbender y Penélope Cruz. Hemos visto cientos de escenas de cama, pero ninguna como ésta. Ridley Scott opta por rodar la escena en primerísimos planos y con la cámara metida entre las sábanas al igual que los dos protagonistas. Vemos las pecas de los rostros de los personajes, las imperfecciones de la piel, lo vemos todo como lo vemos en la vida real y todo bañado por una extraordinaria luz blanca. Lo que se consigue con esta puesta en escena es que la cámara participe de la intimidad de los dos protagonistas, el espectador está en la cama, es como una especie de trío. Y todo esto en una habitación blanca, con cortinas blancas, muebles blancos y sábanas blancas. Pues bien, la última escena de la película se desarrolla también entre un hombre y una mujer, en este caso Cameron Díaz y Goran Visnjic. No es una escena sexual ¿o sí? La escena se desarrolla en un restaurante con blancos ventanales, manteles y servilletas, blancos, sillas y lámparas blancas, flores blancas, etc., Scott la rueda también en primeros planos, y todo bañado por una extraordinaria luz blanca que nos recuerda, inevitablemente, la escena de apertura del film.
-          En la secuencia del asesinato del motorista asistimos al proceso de preparación, desde que el sicario va a un concesionario para medir la altura de la moto hasta el momento en que enciende las luces de su coche para que el motorista levante la cabeza del manillar y sea decapitado por el cable. Asistimos al desarrollo del trabajo de un profesional meticuloso preparando el trabajo. El director no tiene prisa, se detiene en cada detalle y en cada comprobación de tal forma que el espectador va anticipando el inevitable resultado. Me ha recordado una obra maestra del cine francés, “La evasión”, de 1960, dirigida por Jacques Becker.
-          En la secuencia del asesinato de Brat Pitt me llaman la atención varias cosas: la banda sonora nos previene desde que Brad Pitt va a salir del hotel de que algo va a pasar y no va a ser bueno; aparece un corredor que pasa “amenazador” al lado de Brad Pitt anticipando lo que va a pasar después y cuando aparece el segundo corredor ya estamos avisados. Toda la secuencia está rodada de forma magistral, el espectador está perfectamente situado en la geografía de lo que pasa y seguimos la acción ejecutada, por los asesinos, con eficaz y mortífera profesionalidad. Además, al principio de la película, Bardem, en una conversación con Fassbender le explica detalladamente (y por tanto nos explica a los espectadores) lo que es el “bolito”, el artefacto letal que se usará para matar al personaje que interpreta Brad Pitt.
-          Como último ejemplo he elegido el momento en que Michael Fassbender recibe el DVD con la palabra Hola! escrita en él. Fassbender sabe, al verlo, y el espectador también, lo que ha pasado con su amada. El horror se materializa en forma de snuff movie, más tarde veremos el cuerpo decapitado en el vertedero. Otra vez estábamos avisados. El personaje de Brad Pitt le habla al de Michael Fassbender de las snuff movies y describe con detalle el contenido. Basta entonces con el DVD, no hace falta que veamos el asesinato.
Estas referencias circulares y antecedentes hacen que el espectador se sienta cómodo, sepa en cada momento lo que ocurre y sea cómplice de las intenciones del director.
En cuanto al reparto, poco que decir, lucen todos a gran altura y por nombrar a dos de ellos por encima de los demás: Brad Pitt que cada día está mejor y borda este tipo de personaje y, sobre todo, Cameron Diaz, una actriz que, habitualmente, no me dice gran cosa pero que en esta película está maravillosa componiendo una mujer fatal de cine negro a la altura de las mujeres que destruían a los hombres en los años 50. Comentario aparte merecería la escena de Bardem, Diaz y el Ferrari amarillo.
Recomiendo ver la película en versión original. En realidad todas deberíamos verlas en versión original para disfrutar de las interpretaciones en su totalidad, pero en esta ocasión todavía más; se hace raro oír a Bardem y a Penélope Cruz con la voz de otros ya que no se han doblado a sí mismos.
El tema de la película es “las consecuencias inexorables y, en ocasiones, irreparables de nuestras decisiones, de nuestras acciones”. Aprovecho para arrodillarme (metafóricamente claro) ante los diálogos/monólogos de Cormac McCarthy. Voy a recoger algún párrafo (da pena cortarlo pero es muy largo, aunque merece la pena oírlo entero y varias veces) de lo que el personaje de Rubén Blades le dice al de Fassbender, ya al final del film, precisamente sobre el tema de la película: las consecuencias de nuestras acciones:
“…los actos generan consecuencias que generan nuevos mundos que son distintos. […] Le exhortaría a ver la realidad de la situación en la que se encuentra abogado, ese es mi consejo. […] No soy yo quien debe decirle lo que tenía que haber hecho y lo que no, el mundo en el que usted pretende enmendar los errores que cometió es distinto del mundo en el que se cometieron los errores. Ahora está en la encrucijada y usted desea escoger pero no hay nada que escoger, sólo puede aceptar, la elección se realizó hace ya mucho tiempo. ¿Conoce los versos de Machado? Caminante no hay camino se hace camino al andar…”
También se dicen en esta película algunas frases que quedarán en la memoria cinematográfica de todos los aficionados al cine y con las que finalizo (ya iba siendo hora) este comentario:
Bardem a Michael Fassbender: “No conoces a alguien si no sabes lo que quiere”.
Brad Pitt a Michael Fassbender: “Abogado, ¿sabes por qué Jesús no nació en México? Porque no encontró tres reyes ni una virgen”.

Brad Pitt hablando de los jefes del cartel: “Son muy pragmáticos. No creen en las coincidencias. Han oído hablar de ellas pero nunca han visto una”.

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