lunes, 27 de abril de 2015

Blancanieves, (Pablo Berger, 2012)

“… Una niña muy bonita, una pequeña princesa que tenía un cutis blanco como la nieve, labios y mejillas rojos como la sangre, y cabellos negros como el azabache. Su nombre era Blancanieves.”
“Blancanieves” es una arriesgadísima propuesta que su director y guionista, presentó a varias productoras ya en el año 2005:
“Los productores que pasaban de la primera página, en la que ponía que era una película muda, en blanco y negro y con música de principio a fin, se descolgaban en la segunda, en la que decía que estaba ambientada en la España de los años 20 y en el mundo de los toros, con enanos, bomberos toreros, flamencos, una madrastra y una niña.”
Decía Godard: “Al que se tira al vacío sin red para dar el triple salto mortal, no se le piden cuentas.”
Pablo Berger se ha lanzado al vacío sin red para dar el triple salto mortal y lo ha ejecutado como el mejor de los trapecistas.
La película fue nominada para dieciocho premios Goya y consiguió diez, ha sido galardonada en festivales nacionales e internacionales y tanto la crítica como el público la aplaudieron con entusiasmo. Críticos, casi legendarios, como Roger Ebert del Chicago Tribune o Peter Bradshaw de The Guardian le dieron la máxima puntuación en sus reseñas.
El director bilbaíno firma una película hipnótica que atrapa al espectador en el primer fotograma y lo suelta, desmadejado en su butaca, después de uno de los finales más emotivos que se haya visto jamás en el cine.
La película se configura como un cuento gótico de terror y fantasía que Pablo Berger ha llevado a cabo uniendo elementos del cine mudo con otros del cine más actual. Del cine mudo toma el blanco y negro, la música que se sincroniza con las acciones, el formato, (4:3), que se traduce en una pantalla casi cuadrada, la fotografía contrastada, plagada de claroscuros, marcadamente expresionista y, en muchos pasajes, deudora del expresionismo alemán, y algunos elementos de la puesta en escena; estos elementos se combinan con planos, movimientos de cámara y un tipo de montaje propios del cine actual.
El reparto de “Blancanieves” es una parte esencial de su éxito. Los ojos de los actores y actrices del film conectan con el espectador para contarle la historia y transmitirle sus emociones. En “Blancanieves” las miradas son los diálogos, es una película de miradas y primeros planos.
Pablo Berger se fijó en Ana Torrent, protagonista de “El espíritu de la colmena”, una niña que actúa con los ojos, con su mirada. Pensaba en ella cuando eligió a Sofía Oria para interpretar a Blancanieves de niña, un segmento de la película que recuerda al Oliver Twist de Dickens. Berger está cautivado por su mirada y los espectadores también.
En cuanto a Macarena García, Pablo Berger se tomó como modelo la Juana de Arco de “La pasión de Juana de Arco” de Carl Theodor Dreyer, película muda de 1929. Esta película es su referente para los primeros planos, llenos de significación, tanto de Blancanieves como de todos los demás actores y actrices.
Es de justicia destacar el trabajo de Maribel Verdú que compone una espléndida madrastra entre el humor negro y la maldad más desaforada, sus apariciones en pantalla tienen una presencia difícil de olvidar.

Pablo Berger ha confesado: “…yo soy un gran espectador de cine, incluso me gusta más ver películas de cine que hacerlas”. “Blancanieves” está llena de homenajes a muchas películas, entre ellas: “La noche del cazador”, “La parada de los monstruos”, el cine de Bresson o las ya mencionadas “El espíritu de la colmena” y “La pasión de Juana de Arco”.
La fotografía, la iluminación, diseño de producción, el diseño de vestuario y el maquillaje se conjuran para dotar a esta inigualable y mágica película de una fascinación visual y una belleza abrumadoras.

“Y colorín, colorado, este cuento...”

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